
Tertulia en la oficina
Estamos a final de mes y como siempre el tema de conversación con las compañeras de trabajo se monopoliza: «como llegar a fin de mes y no morir de hambre en el intento». Si un economista tomase partido en todos los trapicheos que puede llegar a hacer una madre con la cuenta familiar y la cesta de la compra seguro que la economía del país y el IPC mejorarían de una manera vertiginosa.
Una ama de casa llega a hacer verdaderos «estira y aflojas«con el sueldo, sería la persona ideal para el ministerio de economía. Seguro que seria la de las cuentas claras y el chocolate espeso, y no permitiría que el trabajador sea el que tiene que sufragar con sus impuestos las malas gestiones del gobierno y el enriquecimiento de unos pocos, como pasa con las ayudas, una de ellas la de los alquileres para los jóvenes. Para permitir que un señor propietario continúe enriqueciéndose de su segunda o tercera o cuarta vivienda (me olvidaba que la mayoría de estas viviendas son de cajas o bancos), el gobierno responderá con una ayuda a los jóvenes, que procederá de los impuestos de los sueldos de los trabajadores. Por si fuera poco otro ejemplo es el de las hipotecas, para continuar el enriquecimiento de unos pocos (Bancos y cajas) con la caída de la construcción, pues se suben las hipotecas, así ellos no pierde, pero otra vez el trabajador acaba pagando el pato.
Siempre recibimos los mismos la clase trabajadora, con el inconveniente que todo lo que tenemos es totalmente transparente para hacienda y no como sucede con los empresarios que facturan en negro o los altos porcentajes que añaden a los productos los intermediarios de productos de ganadería y agricultura.
Por favor metan mano a quien deban, hagan leyes para los verdaderos abusones y responsables de nuestra economía y dejen al pobre trabajador en paz, que ya va muy justo con lo poco que tiene.
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