
Vuelos con alas de mujer
Más mujeres en un mundo de hombres, más mujeres que han decidido por encima de todo dedicarse a lo que ellas querían, y lo han conseguido, por encima de los prejuicios sociales. Cuando en este siglo oigo a mis hijas decir cosas como «no voy a estudiar o hacer esto o aquello porque son cosas de chicos», me veo en la obligación de montar un discurso improvisado de que no es cierto, de que las cosas no son así. De que pueden hacer lo que deseen. Lo que me dejo en la retaguardia es que tendrán que luchar mucho para conseguirlo.
Las pilotos de México han ido creando su propia historia a base de preparación y persistencia, a pesar de toda adversidad.
La aviación se mantiene como una industria machista en México, aunque con el paso del tiempo el trato hacia el sexo femenino mejoró, reconocen mujeres piloto entrevistadas.
Sin embargo, su persistencia y tenacidad les permite hacer historia, ser fuente de inspiración para otras que, como ellas, quieren llevar a la gente en sus alas, y demostrar que es mentira la frase que las persigue: “Si no saben manejar un automóvil, menos pilotear un avión”.
En la única cuestión con la que se sienten a la par de los hombres es en sueldos, compensaciones y distribución del trabajo, pues ambos tienen las mismas responsabilidades.
Daniela Valdespino, primera oficial y única mujer piloto de Aviacsa, cuenta que desde que nació lleva la aviación en la sangre; su padre y varios tíos tienen esta misma profesión. No obstante, su padre fue el primero en rechazar que estudiara aviación, argumentando que no era una carrera para mujeres, por lo que optó por la mercadotecnia. Ejerció un año, y con el apoyo de su madre, en 2001 se fue a Estados Unidos a una escuela de aviación.
Su meta es llegar a ser capitana en aproximadamente año y medio. Valdespino asegura que el trato con sus compañeros es de respeto: “Ellos reconocen tu trabajo con base en tu esfuerzo; a veces me dicen que vuelo mejor que muchos primeros oficiales”.
Ana Guerrero, única mujer capitana en Aeromar y quien acaba de ascender como subjefa de pilotos, cuenta que su primer acercamiento con la aviación se dio a los ocho años, cuando vio un simulador durante una visita escolar; desde ese momento supo que quería ser piloto.
“Terminé la preparatoria pero la aviación estaba muy cerrada y en ese tiempo no aceptaban mujeres en muchas escuelas”, por lo que decidió estudiar administración de empresas; sin embargo, al primer año abandonó la carrera.
En 1984 entró a una escuela de aviación, aunque siempre fue la única mujer en sus clases.
Con 22 años de carrera, Guerrero afirma que no importa si se es hombre o mujer, hay que tenerle amor a la aviación para mantenerse, porque pasan mucho tiempo fuera de casa.
En 1998 Guerrero formó parte del primer vuelo con pilotos y tripulación exclusiva de mujeres; ese hecho fue un parteaguas en la aviación, pues antes las compañías no permitían que volaran solas, debían llevar un capitán o copiloto hombre.
Martha Carrasco, quien fue la primera comandante en Latinoamérica de B727, a los cinco años ya soñaba con trabajar en los aviones.
Durante 10 años fue sobrecargo, pero en 1980 inició su carrera de piloto con todo en contra: ser mujer, haber sido sobrecargo y no venir de una familia de pilotos.
En 1985 entró a Aeroméxico como primer oficial, pero en 1988 salió con otros 500 trabajadores por la quiebra de la aerolínea.
Luego voló en la aviación ejecutiva un tiempo; en 1990 entró a Mexicana, pero tres años más tarde un nuevo recorte de personal le hizo cambiar el rumbo. Gracias a ese infortunio entró a SARO, donde se convirtió en comandante del B727. Posteriormente, voló en Allegro y regresó en 1997 a Mexicana donde se mantuvo hasta el 2001. Ese mismo año tuvo que tomar la decisión más difícil de su vida: la aviación o una operación de la columna.
Para Carrasco la carrera no fue fácil, hubo de todo: no ser contratada por ser mujer, ofensas, gritos, ataques, hasta recibir la ley del hielo de sus compañeros durante el adiestramiento.
“Lo peor que me pasó fue que se me abrió una puerta en pleno vuelo con 50 pasajeros, estuvo a punto de volarse la sobrecargo. Al final todo salió bien, aterrizamos y sólo se raspó la puerta”, recuerda.
Las entrevistadas coinciden en que las mujeres son muy ordenadas, cuidadosas, disciplinadas, estudiosas y responsables.
Pero, lo más triste es que quienes dicen ¡qué espanto!, ¡qué miedo! son las mismas mujeres.
Aída Ulloa
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Un comentario
Lola
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